El 1 de diciembre es el Día Mundial de la Lucha contra el VIH. Su sigla significa virus de inmunodeficiencia humana. Daña su sistema inmunitario al destruir las células CD4, un tipo de glóbulo blanco que combate las infecciones. La pérdida de estas células hace más difícil el luchar contra las infecciones y ciertos tipos de cáncer relacionados con el VIH. Sin tratamiento, el VIH puede destruir de a poco el sistema inmunitario y convertirse en SIDA, o síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Es la etapa final de la infección con VIH, sin embargo, no todas las personas con VIH desarrollan SIDA.
Esta enfermedad tuvo su origen en la década de 1920 en Kinsasa, capital de la República del Congo, para comenzar a expandirse recién en los años 60, con las mejoras en las comunicaciones globales. La hipótesis científica más aceptada sobre el origen del VIH se encuentra en la zoonosis africana, esto debido a la similitud del VIH con el VIS (virus de Inmunodeficiencia en simios )
El VIH es una afección crónica, pero manejable con un tratamiento diario de antirretroviral (TAR). Una meta importante del tratamiento es reducir la carga viral de una persona a un nivel indetectable y prolongar la vida del paciente.
En 2019, un 67% de los 38 millones de personas infectadas por el VIH estaba recibiendo tratamiento antirretrovírico. También se ha avanzado en la prevención y eliminación de la transmisión madre-hijo.
La OMS ha publicado una serie de normas de ayuda a los países para aplicar políticas destinadas a mejorar y ampliar los servicios de prevención, tratamiento, atención y apoyo relacionados con el VIH.
Pese a los numerosos intentos por encontrar una vacuna efectiva, es un tema aún pendiente. El covid 19 ha permitido que exista un trabajo más cohesionado entre distintos profesionales de la salud, y en este ambiente es más real la posibilidad de tener la cura del VIH más temprano que tarde.