La diabetes mellitus gestacional (DMG) se presenta cuando mujeres sin antecedentes de diabetes desarrollan esta enfermedad durante el embarazo.
Esta puede ser temporal, pero su detección y manejo son esenciales para proteger la salud de la madre y el bebé.
En términos de prevalencia, afecta del 2% al 4% de las mujeres en todo el mundo, aunque en países latinos se observa en hasta un 10% de los embarazos.
Para evitar complicaciones, todas las mujeres deberían realizarse el examen para descartar la DMG.
Los especialistas recomiendan evaluar la diabetes gestacional mediante una glicemia de ayuno al inicio del embarazo, y una glicemia con sobrecarga de glucosa al sexto mes de gestación.
Estas pruebas permiten identificar valores anormales y actuar a tiempo.
Diagnóstico
Para el diagnóstico de la diabetes gestacional, existen factores de riesgo importantes.
Las mujeres que han tenido diabetes gestacional en embarazos previos, antecedentes de abortos recurrentes, historial familiar de diabetes o condiciones asociadas con resistencia a la insulina (como hipertensión, obesidad, ovarios poliquísticos o acantosis nigricans) deben ser evaluadas con mayor frecuencia.
En mujeres sin estos antecedentes, la prueba para detectarla se realiza entre las semanas 22 y 24.
Desde 1985, la OMS reconoce ciertos criterios para el diagnóstico, incluyendo:
- Síntomas propios de diabetes, como poliuria, polidipsia y baja de peso inexplicada, junto con una glicemia igual o mayor a 200 mg/dl, independientemente del ayuno.
- Glicemia plasmática en ayuno de 126 mg/dl o más.
- Glicemia plasmática a las 2 horas de una sobrecarga oral de 75 gramos de glucosa de 200 mg/dl o más.
Para las mujeres que se preguntan cómo saber si tengo diabetes gestacional, la presencia de estos síntomas o valores anormales en los exámenes son indicadores clave que deben ser analizados por un profesional.

¿Cuáles son los riesgos de la diabetes gestacional?
Siempre que se controle adecuadamente, la diabetes gestacional no debería ser motivo de preocupación. Sin embargo, el mal manejo de esta condición puede tener consecuencias graves tanto para la madre como para el bebé.
Para la madre, los riesgos incluyen sobrepeso, obesidad, preeclampsia, infecciones durante el parto, partos quirúrgicos (debido a fetos de gran tamaño) y hemorragias posparto.
En cuanto al bebé, la diabetes gestacional puede favorecer un crecimiento excesivo, además de otros problemas como inmadurez funcional pulmonar y morbilidad perinatal.
Los fetos expuestos a niveles elevados de glucosa responden con hiperinsulinismo fetal, por lo que es crucial monitorear su metabolismo en los primeros días de vida para prevenir hipoglicemia u otras alteraciones.
Las consecuencias de diabetes gestacional en el bebé pueden incluir complicaciones metabólicas al nacer, por lo que el control de esta condición es esencial.
Estilo de vida en el embarazo

Para controlar la diabetes gestacional, es fundamental llevar un estilo de vida saludable durante el embarazo.
La dieta debe distribuirse adecuadamente, evitando períodos prolongados de ayuno y manteniendo niveles de glicemia estables en todo momento.
Además, se recomienda el ejercicio físico autorizado por el obstetra, pues contribuye a mejorar el control metabólico.
En algunos casos, el control del estilo de vida no es suficiente y es necesario recurrir a medicamentos para la diabetes.
Las pacientes con diabetes gestacional deben ser atendidas por un diabetólogo o nutriólogo que supervise su tratamiento y ajuste su dieta según sea necesario.
El autocontrol de la glicemia es una parte esencial del tratamiento, con mediciones una o dos horas después de algunas comidas, según lo indique el médico.
Para asegurar la salud de la madre, es habitual realizar pruebas de tolerancia a la glucosa y de resistencia a la insulina a los dos meses después del parto.
Esto permite verificar si los niveles han regresado a la normalidad, ya que la diabetes gestacional suele desaparecer tras el embarazo.
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